viernes, 7 de febrero de 2014

Con desánimo de ofender.


Me pregunto si toda esa gente que me anima,
con desgana,
y me dice que a ver si me alegro un poco,
que la vida es muy bonita
se da cuenta de que si tengo cara de seria
es porque me importa una mierda
lo que sea sobre lo que me estén mintiendo.

Resulta que me he encontrado en el suelo
una pegatina sin abrir de una bolsa de pipas,
y me ha hecho más ilusión
que entrar en una sala con todos mis amigos,
mirando en pequeños grupos un móvil
como quizá mire yo un bolígrafo cuando sola:
intentando sacar de él una excusa
para no estar más tiempo en silencio
y no tener que hacer algo más normal.

Estoy absolutamente convencida
de que a los creadores de la talla XS
nadie les ha regalado nunca un Huevo Kinder.
Si todos estuviéramos ciegos,
probablemente el chocolate no sabría tan bien
y nos criticaríamos por los sonidos.

Así que tengo la misma mueca de asco
(juro que he intentado reírme, o eso creo)
y sigo sin ser delgada ni guapa
pero mis desengaños sobre la educación
se han comido toda la sinceridad
y mi abuela se sentiría muy orgullosa
de lo grandes y fuertes que están.

Dice Luis Ramiro que
matemáticamente el amor es un error,
pero me piden la demostración teórica
y a mí las ecuaciones
nunca me han salido elegantes.

Mejor apaga y vete
que yo me voy a quedar un rato
intentando que mis palabras
se parezcan más a lo que no estoy sintiendo
y por una vez, cuando las lea
piense
"joder,
con todo este veneno
puedo hacer nacer a una serpiente".

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