domingo, 3 de junio de 2012

No hay elección.

Nadie nos pregunta si queremos nacer, no elegimos existir o no existir. Tampoco se nos deja elegir el momento en el que ya no queremos existir más, entonces, ¿quién controla nuestra vida? ¿nosotros? está claro que no.El hombre puede crear vida, puede acabar con la misma vida que ha creado,puede levantar rascacielos, puede llegar a la luna o a otros planetas,puede encontrar la cura a millones de enfermedades, inventar miles de formas de divertirse, crear todo tipo de inventos útiles o absurdos,puede aprender millones de palabras en distintos idiomas, recordar historias, imágenes o largas listas de números, puede hacer daño sabiendo donde va a doler más, puede hacer lo imposible con tal de hacer feliz a quien más quiere, puede hacer millones de cosas, pero lo que nunca podrá hacer es algo tan sencillo como borrar recuerdos de su memoria o controlar los sentimientos hacia otra persona. Muchos dicen: "Si realmente deseas algo, no te rindas, lucha por ello", pero se dejan de mencionar la letra pequeña, que es: "Todo tiene un límite". Si te cansas de un coche, te compras otro, si te cansas de un lugar, te vas a otro, pero ¿qué pasa si te cansas de tu vida? No quedan más cojones que seguir aguantando hasta que un día a la muerte le de por venir a buscarte y te pille en casa. "El que nace, viene a cumplir condena."

viernes, 1 de junio de 2012

Algo por decir.

Allí estaba ella esperando todas las tardes a que esperara él, la única razón por la que seguía ahí la única razón por la que sonreía y la única razón por la que había anhelado la vida.  Él le había demostrado que merecía la pena seguir adelante y luchar por lo que queremos por que al fin se acaba consiguiendo. Y ahí estaba ella observando como acababa de dar la vuelta a la esquina y se dirigía a ella con una mirada fría, ella solo se limitaba a sonreír y esperar lo peor de esa tarde. Hacía 2 años que se habían separando un poco, habían elegido caminos diferentes, diferentes universidades y carreras, pero aun así ella no se había dado por vencida. Pero esa tarde lo dudaba, ya no creía que su vida iba a seguir siendo un cuento de hadas con cuyo príncipe esperado tanto tiempo.
"Tenemos que hablar" Dijo el cuando llego, la cogió del brazo sin cambiar la mirada fría que seguía clavada en sus pupilas
. La llevo al bar mas cercano y la sentó pidiendo por ella un cerveza, el sabía demasiado bien que a ella no le gustaba beber, pero pidió un par sin importarle nada.
"Muy bien sorprendeme con una de las tuyas" Ella había cambiado su compostura, se había puesta recta y su voz ahora parecía fuerte y decisiva.
"Pues ultimamente hemos estado en grupos en las clases y una chica me ha empezado a gustar y creo que me he enamorado de ella"
Ella no se limito a decir nada, espero en silencio a que llegara la cerveza, se levanto y se dirigió hacia la puerta sin decir nada, pero no podía irse así sin ninguna explicación, se dio la vuelta le miro con esos ojos verdes, con una mirada de esas que no se olvidan nunca. Años próximo, recibió una carta de un anónimo en la que podía leer:
"Donde siempre, esta tarde, a la hora de siempre."
Ella aun recordaba su letra, esas tardes y ese lugar, pensó que era una mal broma de alguien, pero sintió que necesitaba una vez mas recordar esas tardes. Espero como lo había hecho años atrás, y de la misma esquina salio él, pero esta vez llevaba una sonrisa en la cara. Llego a ella, le abrazo con todas sus fuerzas y le susurro al odio.
"Nunca mas te vuelvas a separar de mi, antes de decir adiós te tenía que decir que te quiero.-"