martes, 4 de marzo de 2014

Petición a las personas neutras.


Y ojalá que las personas nunca nos demos cuenta de que puede existir algo mejor, algo más templado que una almohada vacía y sábanas perfectamente colocadas; que la realidad siga siendo despertarse sin haber soñado, unos labios mudos, una ventana no empañada de sudor, canciones sin silbar ni bailar lento en la cocina. Ojalá que no sepamos que merecemos algo más que mantenernos en espera al otro lado de un teléfono muerto o admirarnos cuando una falda corta no deja en el aire una típica frase de amor usada. Que nadie nos enseñe a sonrojarnos con un beso en la mano o si nos acomodan el pelo tras la oreja, ni a acostumbrarnos a hablar de poetas y pintores locos de amor en un café de primera cita. Proteged a las personas de las cartas a mano y los bailes de giros que hacen nacer carcajadas en cada poro de la piel, de las sonrisas espontáneas y sinceras que nacen con lentitud de un saludo, o como una explosión al ver a alguien cruzar la puerta; de los apretones de manos nerviosos a los padres, de la educada charla con las madres, del alivio inmenso de una doble mirada de aprobación entre plato y plato. Que nunca han existido los abrazos desesperados sin palabras, como si solo pudiéramos mantener el alma unida entre los brazos de otra persona; que los barcos de guerra nunca vieron parejas besándose por última vez a través de un ojo de buey. Que es imposible notar una caricia que viaja con ternura desde los ojos a veinte pasos, que el mundo sigue pareciendo horrible cuando alguien te lee a Neruda, descansando en la sombra de un parque; que los pájaros jamás se callarán cuando una voz pronuncie ese nombre. No encontraremos nunca nadie que nos brinde la inocencia de los seis años con un roce de piel al caminar, ni sentiremos un universo expandiéndose en el pecho hasta estallar en un latido de corazón acelerado. No tendremos la oportunidad de cerrar los párpados y abrir la mente a la música una noche en un concierto cualquiera, con alguien muy concreto. La vida será gris y apagada aun si reconocemos aquel olor en la chaqueta.

Ojalá que nos lo creamos todo, y podamos protegernos de nosotros mismos, del amor que nos ataca en el aire, de las noches que le siguen, del dolor que no imaginamos que se esconde tras su marcha.
Ojalá que el ser humano no se de cuenta de lo maravilloso que es, para que no tenga que sufrir por creer que no está a la altura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario